Para resolver el problema, hay que entender la ecuación
Aron Balok y la Cuenca Artesiana de Roswell
Mientras maneja y atraviesa las planas y polvorientas carreteras del este de Nuevo México, Aron Balok se pone a pensar. Él lo llama “las horas de parabrisas”.
A veces piensa sobre el rancho ganadero donde se crió, a unas 60 millas al sur de Gallup, donde aprendió a valorar aquellos buenos años cuando la lluvia caía, las vacas engordaban, y el pasto crecía lo suficientemente alta como para manchar sus botas en los estribos.
Pero más a menudo se encuentra pensando en el futuro, haciendo planes para una peor sequía (según los pronósticos de los expertos climáticos) y preguntándose qué deparará el futuro.
Una tradición de conservación
El Distrito de Conservación de Aguas Artesianas del Valle del Pecos se formó en 1932. Para mediados de la década de 1950, los niveles del acuífero estaban cayendo rápidamente. El distrito tenía más de 150,000 acres irrigados. El uso hidrológico no estaba monitoreado ni regulado. Fue entonces cuando los funcionarios del distrito tomaron medidas, implementando por décadas una serie de políticas visionarias — aunque a veces controvertidas — que han resistido el paso del tiempo y han posicionado al PVACD para manejar los impactos del cambio climático mejor que la mayoría.
El agua subterránea que Balok y su equipo gestionan es lo que se conoce como un acuífero confinado. En algunos aspectos, eso lo convierte en el terreno de ensayo perfecto para entender las políticas que los líderes y miembros del consejo del PVACD han implementado a lo largo de los años. Es relativamente sencillo medir las fluctuaciones en los niveles de agua de este acuífero en particular — y saber cómo la lluvia y la tasa de consumo humano están afectando esos niveles.
Comprender el agua que entra y el agua que sale es clave para muchas de las políticas que PVACD ha implementado a lo largo de los años. Después de todo, pregunta Balok, “¿Cómo puedes comenzar a resolver el problema si no entiendes la ecuación?”
Lo que hicieron fue lo siguiente:
- Junto con el Ingeniero del Estado, midieron el uso del agua en el distrito y utilizaron esas mediciones para ayudar a definir los derechos de agua de los usuarios.
- Luego sacaron de producción casi 20,000 acres en el transcurso de 20 años.
- Midieron cada pozo y limitaron el uso agrícola a 3 acres-pie por acre por año. (Eso es aproximadamente tres piscinas llenas de agua). “No puedes administrar lo que no puedes medir”, dice Balok.
- Los funcionarios del distrito iniciaron un programa de préstamos a bajo interés que ayuda a financiar mejoras — revestimiento de zanjas, nivelación de campos, instalación de sistemas de riego más eficientes en el uso del agua.
Lo que viene
“Estamos constantemente bombardeados con temas de, ‘El fin está cerca’. Que dentro de los próximos 50 años tendremos 25 por ciento menos agua”, dice Balok. “Y si eso sucede, no puede subestimarse. Pero no hay que perder la esperanza. Creo que como sociedad vamos a tener que decidir qué es importante para nosotros”.
Balok y su equipo siguen enfocados en la conservación. A veces toman medidas polémicas, como comprar derechos de agua y retenerlos en lugar de revenderlos a nuevos usuarios.
“No sé cómo es posible reducir 25 por ciento de cada granja”, dice, refiriéndose a aquella predicción de 50 años. “Eso no es del interés de nadie. Por lo tanto, hay que reducir el área de uso por un 25 por ciento”.
Según Balok, el conjunto de políticas de PVACD han puesto al distrito en rumbo a la sostenibilidad — especialmente con las políticas estatales ya en efecto.
Nuevo México sigue la doctrina de apropiación prioritaria — es decir, la regla que da prioridad a los titulares de derechos de agua más antiguos. Esta es una regla sencilla, dice Balok, que sienta una base sólida para los distritos hidrológicos en todo el estado. Y en los últimos años, PVACD la ha implementado de manera creativa para reducir el uso de agua, reduciendo el área de uso.
Durante sus “horas de parabrisas”, Balok piensa mucho en el futuro de Nuevo México, y qué haremos si las décadas de sequía se disipan o si el pronóstico climático resulta ser más oscuro que la realidad.
Él se imagina un momento en el cual, gracias a la previsión del PVACD, el distrito ha acumulado suficientes derechos de agua como para considerar repartirlos de nuevo. Si eso sucede, validará los años de planificación y conservación del PVACD. Y según Balok, esa posibilidad no es improbable.
“Si aprendemos de nuestros errores y aprendemos de nuestros éxitos, ciertamente hay un camino a seguir”, dice. “Puede ser difícil, pero no es imposible. Cabe dentro de lo que es posible”.
Ese proceso de aprendizaje está bien encaminado en Nuevo México. Y con la aprobación de la Ley de Planificación de Seguridad Hídrica del 2023, los legisladores están involucrando a los residentes de Nuevo México en la planificación. Para participar, visita mainstreamnm.org/get-involved.