Apoyo a la Resiliencia de las Acequias
Una entrevista con Paula García, directora ejecutiva de la Asociación de Acequias de Nuevo México
Dec / 2025

Quizá no exista un lugar mejor en Nuevo México para experimentar las alegrías —y los desafíos— de la vida comunitaria que a la orilla de una acequia a inicios de la primavera.
A medida que los días se alargan y el deshielo comienza a alimentar arroyos y ríos, las comunidades se reúnen en las orillas de estos canales de riego con siglos de historia. La primavera vuelve a conectar a los vecinos mediante el trabajo estacional de limpiar y reparar esta vía de agua compartida, preparándola para que el deshielo fluya por los canales, donde los parciantes (o “usuarios del agua”) abren sus compuertas en los días que les corresponden, desviando el agua hacia árboles, campos y huertos. “Ver el agua fluir de la acequia hacia un campo es una experiencia hermosa”, comenta Paula García, directora ejecutiva de la organización sin fines de lucro Asociación de Acequias de Nuevo México, y parciante de varias acequias cerca de Mora.
Las acequias son el lugar donde el delicado equilibrio entre la autogestión y el compromiso garantiza que todos reciban una parte justa de nuestro recurso más valioso. Pero conforme el cambio climático calienta nuestra región y reduce la disponibilidad de agua, las acequias de Nuevo México están cada vez más tensionadas. “Nuestras comunidades han sobrevivido cientos de años gracias a la costumbre de compartir el agua en tiempos de sequía”, explica García. Sin embargo, las sequías prolongadas, el cambio climático y los daños causados por incendios forestales han presentado múltiples desafíos simultáneos para las acequias. “No basta con mantener vivas nuestras costumbres de compartir el agua. Debemos adaptarnos a la disrupción climática y desarrollar una mayor resiliencia.”
‘Un Esfuerzo Enorme’
El sistema que existe hoy en Nuevo México es una fusión de tradiciones culturales profundamente arraigadas. A menudo se atribuyen las acequias a los asentamientos españoles del siglo XVII, pero su tecnología tiene raíces mucho más antiguas en métodos agrícolas y de riego de comunidades nativas, además de incorporar técnicas y tradiciones de los pobladores mestizos provenientes del actual México.
Actualmente se estima que existen más de 700 acequias en Nuevo México. Algunas, como la Acequia Madre de Santa Fe, cuentan con historias ricas y bien documentadas. Muchas otras han sido estudiadas con profundidad a través del proceso de adjudicación, procedimientos judiciales en los que se cuantifican los derechos de agua. Y otras nunca han sido estudiadas, mapeadas ni adjudicadas, y son conocidas principalmente por sus propios parciantes.
La Asociación de Acequias de Nuevo México ha brindado educación, divulgación y asistencia técnica a las acequias durante más de tres décadas. A medida que aumentan las amenazas de sequías, incendios forestales y avenidas repentinas, este trabajo se vuelve aún más crucial. En 2022, el incendio más grande en la historia del estado, el incendio Cal Canyon-Hermit’s Peak, arrasó los condados de San Miguel y Mora, devastando hogares, granjas y sistemas de acequias con siglos de antigüedad. Desde entonces, la Asociación de Acequias ha trabajado colaborativamente con agencias estatales y federales en tareas de recuperación de desastres.

Los desastres naturales pueden devastar estos canales históricos y poner en riesgo los medios de vida y las tradiciones culturales profundamente arraigadas de sus usuarios.
Tras los incendios, García explica que más de 90 acequias, incluida una que atraviesa su propiedad, resultaron dañadas cuando las inundaciones en zonas quemadas arrastraron ceniza, sedimentos y escombros aguas abajo. A su acequia le tomó tres años ser reparada, y el trabajo continúa debido a inundaciones recurrentes. “Se necesitan recursos enormes para restaurar una acequia después de un desastre”, señala García. No solo se requiere financiamiento y mano de obra, sino también apoyo técnico y legal para navegar los complejos programas estatales y federales, como FEMA.
García comenta que espera que el proceso estatal de planificación regional del agua ayude a que las partes interesadas en todo Nuevo México fortalezcan la resiliencia antes de que ocurra un desastre, identificado y planificando las necesidades de infraestructura, y construyendo un conjunto común de datos que todos puedan utilizar para proteger los sistemas de acequias.
A pesar de los riesgos, García se mantiene optimista sobre el futuro. Las acequias han sobrevivido generaciones enteras, a cambios en las prácticas agrícolas y en la tecnología, a la migración externa y a un cambio climático cada vez más intenso. Tal vez, reflexiona, eso se deba a que representan algo más que solo agua.


