Invirtiendo en soluciones contra la sequía lideradas por agricultores y ganaderos

Invirtiendo en soluciones contra la sequía lideradas por agricultores y ganaderos

Una entrevista con Sam Fernald, de New Mexico State University

Dec / 2025

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La imagen de una planta de tratamiento de agua multimillonaria, abandonada e inoperante en la República Dominicana, sigue vívida en la memoria de Sam Fernald.

Profesor de gestión de cuencas hidrológicas en New Mexico State University y director del Instituto de Investigación de Recursos Hídricos (WRRI) del estado, Fernald visitó el lugar en la década de 1990 mientras trabajaba en un proyecto ambiental para las Naciones Unidas. La instalación era moderna y de alta tecnología, fruto de décadas de investigación académica y de ingeniería especializada. Y aun así, allí permanecía: con los paneles solares y parte de la infraestructura saqueados, esperando financiamiento local y técnicos capacitados para operarla.

Lo que Fernald aprendió fue esto: eso es lo que ocurre cuando académicos y tomadores de decisiones, con buenas intenciones, imponen soluciones desde arriba hacia abajo, sin considerar los intereses, necesidades, recursos o propuestas de las comunidades locales.

“En el pasado, iban a las comunidades y les daban tecnologías que eran completamente imposibles de implementar, tanto económica como técnicamente”, señala Fernald. “Ahora sabemos que las perspectivas de las partes interesadas locales son fundamentales.”
En los 30 años transcurridos desde entonces, Fernald asegura haber visto un cambio radical en cómo los profesionales del agua involucran a las comunidades en los procesos de cambio. Y aquí en Nuevo México, esa participación comunitaria no solo está generando soluciones más viables, sino que también impulsa innovaciones prácticas y visionarias, ayudando al estado —y a nuestras industrias agrícolas y ganaderas— a prepararse para un futuro con menos disponibilidad de agua antes de que sea demasiado tarde.
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Impulsando soluciones junto a agricultores y ganaderos

Fernald se incorporó al WRRI en 2011. La organización —fundada en la década de 1960— fue la primera de su tipo: un grupo de investigación estatal dedicado por completo a resolver problemas relacionados con el abastecimiento de agua, la sequía y las formas de compartir el recurso. Unas décadas después de su creación, el WRRI de Nuevo México se convertiría en el modelo del gobierno de EE.UU. para organizar institutos similares en los 50 estados, Washington D.C. y tres territorios estadounidenses.

Hoy en día, gran parte del trabajo del WRRI en Nuevo México se centra en desarrollar soluciones reales para personas reales. Considerando el consenso científico (que proyecta una reducción del 25% en la disponibilidad de agua en los próximos 50 años) y el hecho de que la agricultura utiliza aproximadamente tres cuartas parte del consumo total de agua del estado, Fernald y sus equipos investigan y aplican ideas junto a agricultores y ganaderos, con el objetivo de evitar que la industria agrícola de Nuevo México (y los medios de vida que dependen de ella) se sequen en las próximas décadas.

Los márgenes de ganancia de los agricultores suelen ser reducidos, lo que dificulta invertir en  nuevas tecnologías, equipos o cultivos. Pero eso no significa que no exista deseo de innovar o de responder a las condiciones cambiantes. Los agricultores, afirma Fernald, solo necesitan apoyo para hacerlo. Y ahí es donde está invirtiendo el Estado de Nuevo México.

A inicios de 2025, la Legislatura de Nuevo México autorizó al WRRI y al Departamento de Agricultura de Nuevo México a distribuir 5 millones de dólares en subvenciones para que agricultores estudiaran soluciones de resiliencia hídrica en la agricultura. El interés entre los agricultores, cuenta Fernald, fue masivo —y ya está dando frutos—. “Había una enorme demanda acumulada”, señala. “Recibimos solicitudes por más del doble de los fondos disponibles, y eso solo en el primer año.”

El programa, oficialmente llamado Programa de Resiliencia del Agua en la Agricultura, ha demostrado ser todo lo contrario a aquella planta de tratamiento cara y abandonada en la República Dominicana.

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Los 41 proyectos financiados hasta ahora son muy diversos, pero comparten un objetivo común: usar de manera eficiente nuestros escasos recursos hídricos. Algunos puntos destacados incluyen:

Modernización de los métodos de riego: El riego tradicional depende en gran medida de la gravedad. Cuando los agricultores abren sus compuertas, el agua puede tardar días en recorrer los campos.Una serie de proyectos de investigación está explorando métodos de riego más modernos. “Si instalas tuberías con compuertas y válvulas, puedes cubrir todo el campo en unas pocas horas”, explica Fernald. “Es más eficiente, el agua rinde más, y no afecta tu capacidad agrícola.”

Otro conjunto de proyectos está investigando los sistemas de riego por goteo y aspersión. En lugar del riego por inundación, que tiene sus propios beneficios para la recarga de acuíferos, estos sistemas utilizan menos agua subterránea para obtener el mismo rendimiento de los cultivos.

Reducción de la evaporación en bebederos para ganado: En nuestro estado árido, la evaporación es en sí misma un gran consumidor de agua. (Más del 7% del uso de agua del estado proviene únicamente de la evaporación en los embalses). Una serie de proyectos de investigación está analizando cómo los ganaderos pueden reducir la evaporación en los estanques de abrevadero, de los cuales beben tanto los animales de granja como la fauna silvestre. “El agua está evaporándose constantemente”, señala Fernald. “Y en algunos casos, llega a secarse por completo, dejando al ganado y a la vida silvestre sin agua.” Las bolas de sombra, pequeñas esferas plásticas negras que cubren la superficie del agua, reduce la evaporación y aun así permiten que los animales metan la cabeza para beber.

Otros estudios analizan el uso de energías renovables, como bombas solares, que permiten gestionar el suministro de agua de manera más eficiente mediante bombeo y distribución focalizados.

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En conjunto, estos proyectos darán a agricultores, planificadores e investigadores datos concretos sobre lo que realmente funciona y, con el tiempo, orientarán a los planificadores regionales del estado y a los legisladores sobre qué tecnologías o enfoques son más viables, rentables y ahorran más agua.

Fernald dice que espera que los legisladores vuelvan a financiar el programa este año. Mientras tanto, el WRRI también tiene en marcha otras subvenciones de investigación.

Algunos proyectos investigan cultivos de bajo consumo de agua, como azafrán, trufas, pistachos y árboles de Navidad, como posibles alternativas a cultivos tradicionales más sedientos, como las nueces pacanas. Otros estudios analizan formas de retener más agua en cuencas y campos en descanso sin afectar la actividad agrícola o ganadera.

Todos ellos, señala Fernald, involucran a las partes interesadas locales para imaginar un futuro hídrico más responsable en Nuevo México.

“Nos estamos moviendo hacia un sistema donde los usuarios regionales del agua tienen más voz”, afirma. “Esto va más allá de simplemente lograr su aceptación. Son sus ideas reales, su creatividad y sus necesidades, las de quienes realmente administran el agua día a día.”
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