La Ley del Río: Aaron Chavez y el Futuro del Agua en el Noroeste de Nuevo México
Algunos días, una mirada al Río San Juan basta para que Aaron Chavez planifique su día.
Como director ejecutivo de la Comisión de Agua del San Juan, Chavez gestiona la entrega de agua a usuarios urbanos y rurales en el noroeste de Nuevo México. En una región donde el agua superficial es el único recurso, su disponibilidad es visible para todos. Ver su flujo o escuchar su murmullo, dice Chavez, puede ser un consuelo o un llamado a la acción.
Chavez, radicado en Farmington, Nuevo México, visita con frecuencia los ríos San Juan y Ánimas, que abastecen la región con agua de las Montañas Rocosas. "Si los ríos muestran muchas rocas y disminuye el caudal, me preocupa", dice. "Eso significa que todos sufrirán. Y cuando están llenos, desearía que pudiéramos almacenar más de esa agua".
La geografía de Nuevo México es diversa, al igual que sus sistemas de agua. En el árido sureste, el agua se esconde en acuíferos, mientras que ciudades como Santa Fe y Albuquerque aprovechan varias fuentes. Pero en el distrito de Chavez, el flujo de los ríos alerta sobre la disponibilidad de agua, reflejando el cambio de estaciones y el calentamiento global. Estos flujos recuerdan la necesidad de gestionar el recurso con cuidado.
Equilibrando Necesidades en la Cuenca
El noroeste de Nuevo México forma parte de la Cuenca del Río Colorado, un extenso sistema que abarca siete estados, riega 5.5 millones de acres y abastece a 1 de cada 10 estadounidenses. Gestionar este suministro y equilibrar las necesidades entre estados, tribus nativas y México ha sido un reto, especialmente durante las sequías.
Los primeros 20 años del siglo XXI han sido los más secos en el oeste de Estados Unidos en más de 1,200 años. La aridificación, impulsada por el calentamiento global, ha reducido la humedad en el aire y las fuentes de agua superficial. Los embalses han caído a niveles alarmantes; el Lago Powell, por ejemplo, bajó al 23% de su capacidad en 2023.
Las reglas que rigen la Cuenca del Río Colorado, conocidas como La Ley del Río, se basan en estatutos de hace más de 100 años, mucho antes de la megasequía actual. El Pacto del Río Colorado de 1922 divide 15 millones de acres-pie de agua al año entre los estados de la Cuenca Alta y Baja. Nuevo México, Wyoming, Colorado y Utah, como estados de la Cuenca Alta, deben entregar agua a California, Arizona y Nevada. El problema es que el caudal ha disminuido al menos un 25% desde que se firmó el pacto.
"En años secos, los estados de la Cuenca Baja reciben su asignación completa, mientras que nosotros dependemos del manto de nieve. Si no nieva, tenemos escasez automáticamente". Esto se debe en parte a que los estados de la Cuenca Baja cuentan con una especie de seguro contra la sequía: los embalses masivos de Lago Mead y Lago Powell. Aunque sus niveles han caído en las últimas dos décadas, estas reservas aseguran el suministro de agua, incluso cuando las nubes y los ríos se secan.
Esa gran capacidad de almacenamiento no está disponible para los usuarios de la Cuenca Alta. A medida que los ríos en el noroeste de Nuevo México se secan, los usuarios lo notan. En 2002, el río Ánimas se secó cerca de su confluencia con el San Juan, recuerda Chavez. “Eso generó preocupación. La gente preguntaba: ‘¿Qué está pasando?’ y ‘¿Qué hacemos para evitar que suceda de nuevo?’”.
Docenas de residentes participaron en la planificación regional, y la percepción pública sobre la importancia del almacenamiento de agua en la zona comenzó a cambiar. Los residentes comprendieron su importancia.
“Podemos hablar de política sin parar, pero ver el agua fluir realmente marca la diferencia. El agua superficial es nuestra línea de vida, y todos reconocemos su importancia, así que dejamos de lado nuestras diferencias. Trabajamos juntos, nos comunicamos y encontramos una solución”.
Apostando por el Almacenamiento
Al mirar hacia un futuro más seco, Chavez planea idear formas de proteger aún más el noroeste de Nuevo México, creyendo que la solución está en el almacenamiento. Fue clave en las fases finales del proyecto de agua Ánimas-La Plata, una infraestructura aprobada en 1956 y completada en 2013. Ubicado al suroeste de Durango, Colorado, este proyecto permite almacenar 57,000 acres-pie de agua, suficiente para abastecer a Santa Fe durante más de 6 años.
El proyecto Ánimas-La Plata fue controvertido y costoso, con un gasto de al menos 500 millones de dólares. Chavez sostiene que más soluciones de almacenamiento como esta podrían ayudar a mitigar los efectos del cambio climático en la región. Los científicos prevén una disminución de entre el 20 y el 40 por ciento en los flujos de agua superficial de Nuevo México en los próximos 50 años. A pesar de estas proyecciones, Chavez se siente optimista. Su región está en una nueva ronda de planificación, y los vecinos participan para encontrar formas creativas de gestionar este recurso vital.
Para Chavez, la solución siempre está en el compromiso. "Queremos que todos compartan el dolor. Necesitamos unirnos como comunidad y cuenca para encontrar soluciones que quizás no hagan feliz a todos, pero que sean aceptables para todos".